En todo el que participa en el camino del Pueblo de Dios surge el deseo personal e íntimo de conocer mejor a Jesucristo y a su Evangelio, y, por consiguiente, de escuchar las Escrituras y de comprenderlas como verdadera “Palabra de Dios”.
A ello sirven la catequesis, la oración personal y litúrgica, las celebraciones sacramentales y, sobre todo, la de la Eucaristía, en la que se nos comunica corporalmente la Palabra hecha carne. A esta importantísima tarea está destinada también toda la actividad de nuestro Movimiento Bíblico en la Diócesis de Lugo. Procurar la cercanía de los fieles a la Escritura, profundizando en su estudio, es una verdadera colaboración a la edificación de la Iglesia.
La bondad de este trabajo se manifestará rápidamente en sus frutos; en primer lugar, en la capacidad de leer, estudiar y entender el testimonio escrito, sin necesidad de reducirlo o de negar valor a las intenciones más propias de los textos. Crecerá, por tanto, un profundo respeto y veneración por la Sagrada Escritura, que no pone en cuestión ni su unidad ni su autoridad canónica.
En segundo lugar, aumentará el conocimiento personal del amor de Dios, que genera esperanza y gratitud profunda ante su misericordia, paz ante el don de la salvación de nuestras personas y una capacidad nueva y sorprendente de amar al prójimo, según el mandamiento nuevo de Cristo.
La comunión del Pueblo de Dios que camina en la historia es el fruto verdadero de la Palabra. En su seno la hemos recibido, en su seno seguimos escuchándola cada día, y, sólo gracias a la participación fiel en su vida , la entendemos.
Que todo el trabajo del Movimiento Bíblico sirva para crecer en esta comunión con nuestro Señor, de modo que seamos capaces de vivir y testimoniar en medio de nuestro mundo su Evangelio.
† Alfonso Carrasco
Obispo de Lugo